Sinead O’Connor:los abusos de su madre, la presión de la fama y el suicidio de su hijo

El final de una vida marcada por el dolor.

El primer plano con las lágrimas en Nothing Compares 2 U, la foto del Papa rota ante cámaras, los abucheos públicos, las declaraciones incómodas, los intentos de suicidio, los demonios personales que la atormentan, los dolores que no tienen cura.

Durante más de treinta años, Sinead O’Connor trató de sobrevivir bajo la mirada pública. Un descomunal talento para cantar, escándalos, problemas personales y tragedias la atravesaron. El año pasado su nombre volvió a los diarios tras el suicidio de su hijo Shane de 17 años. Otra desgracia, otro golpe devastador. A los pocos días fue internada porque sus allegados temían que intentara, una vez más, quitarse la vida. Atravesó un año cargada con ese último gran dolor. Este miércoles, se conoció su muerte. Tenía apenas 56 años.

El video minimalista y desnudo de Nothing Compares 2 U fue un impacto. El momento cumbre llegaba cuando en el primerísimo primer plano de la hermosa cara de Sinead se veían caer dos lágrimas de sus ojos. No es casual que fuera en la parte en que la letra refiere a la madre y a todas las flores que ella plantó y ya están muertas (All the flowers that you planted, mama, in the back yard, they all died and withered away)

La madre de Sinead murió en un accidente automovilístico cuando ella era adolescente (el día de la muerte despegó de la pared del cuarto de la madre una foto que la mujer tenía del papa Juan Pablo II; la guardó unos años hasta que la utilizó el día de su aparición en SNL). Pero antes, cuando era una niña y luego de la separación del padre de la cantante, abusó físicamente de ella. Los tormentos en la vida de Sinead comenzaron desde muy joven.

En la adolescencia, se escapó de su casa: “No era un hogar. Era una cámara de torturas”, dijo. Trató de vivir un tiempo con su padre pero también esa convivencia fracasó. Faltaba al colegio y se convirtió en cleptómana (hábito heredado de su madre). La detuvieron y la llevaron a un instituto para menores. “Nunca volví a experimentar semejante terror y dolor como en ese lugar”.

A los 15 años, un hombre de la industria discográfica la escuchó cantando Evergreen de Barbra Streissand en una fiesta y la contrató. Mientras trabajaba en el estudio su primer álbum, el que sería The Lion and The Cobra, el hombre le pidió que se dejara crecer más el pelo y que se vistiera con ropa más ajustada, que sea “más femenina”, enfatizó. La respuesta de Sinead fue ir hasta la peluquería más cercana y raparse la cabeza, adoptando el look con el que se haría famosa. Pero ese no fue el único inconveniente y desacuerdo durante la grabación. Sinead quedó embarazada y los directivos quisieron que abortara, pero ella se negó. Cuando todos los temas estuvieron mezclados, Sinead se opuso a su publicación porque, decía, los arreglos celtas empataban todos los tracks y desmerecían su trabajo. Las canciones volvieron a grabarse. El disco tuvo excelentes críticas y preparó el camino para la explosión que llegaría con el segundo.

En 1990 llegó a la cumbre con I Do Not Want What I Haven´t Got y el cover de Prince. “Esa fue mi segunda crisis de identidad severa: la fama. La primera habían sido los abusos de mi madre. Toda esa atención sobre mi persona, el juzgamiento público, las persecuciones, me terminaron de desequilibrar”, escribió Sinead.

Aunque en el imaginario colectivo quedó cristalizado el incidente de la foto del Papa como el momento de quiebre, Sinead venía protagonizando escándalos y desafiando el sentido común de su tiempo.

Después de su gran éxito con Nothing Compares 2 U, la atención del público y de la prensa se centró en ella. Y aquellas actitudes de rebeldía y contestatarias que eran frecuentes en ella pasaron a tener otra repercusión y otras consecuencias. En medio de esa gira triunfal, mientras dominaba los rankings de todo el mundo, no se presentó en Nueva Jersey porque se negó a que pasaran el himno de Estados Unidos antes de su actuación. El episodio la llevó a la primera plana de todos los tabloides y se convirtió en noticia principal de varios noticieros de TV.

Todos tenían algo para decir. MC Hammer le compró un pasaje en primera clase para que volviera a Irlanda. La respuesta más contundente llegó de El Padrino del mundo del espectáculo, el hombre más influyente por décadas, convertido en 1990, en el patriarca, en un león herbívoro. Frank Sinatra, al ser consultado por el incidente dijo: “Le voy a patear el culo”. Ese mismo año rechazó las nominaciones que recibió al Grammy por considerar que la música no se podía evaluar pro su éxito comercial.

Uno de los problemas era que el disco de 1990, I Do Not Want What I Haven’t Got, y su enorme éxito con hit incluido, la convirtió en una súper estrella, en una diva pop en ciernes mientras ella se sentía (en esos tiempos no se utilizaba el término autopercibía) como una cantante de protesta punk.

La historia con Saturday Night Live había empezado un par de años antes. En medio del éxito de Nothing Compares 2 U, la convocaron para ser la invitada musical. Ella aceptó pero unos días antes se rehusó a participar. El host, el invitado que presenta el programa y actúa en varios de los sketchs, esa semana era Andrew Dice Clay, un humorista que jugaba en los límites y al que Sinead acusó de misógino y maltratador. Y, por ese motivo, ella se negaba a compartir pantalla con él.

Dos años después, Sinead sacó Am I Not Your Girl, una colección de standards que iban de Gershwin a No Llores por mí, Argentina. Otra vez fue invitada a SNL. Aceptó. El host sería Tim Robbins quien sentaría algunas posiciones políticas y hasta usaría una remera contra General Electric por sus actos de contaminación ambiental (G.E. era la propietaria de la NBC, canal en el que se emitía el programa). Pero Robbins quedó como un amateur, pasó totalmente desapercibido.

La primera entrada de Sinead en el programa salió tal lo planeado, cantó esplendorosamente con su banda acompañándola. La segunda, poco antes del cierre del programa, la modificó en el último ensayo. Iba a cantar a capella un medley de algunos de sus temas más conocidos, pero pidió hacer un cover de Bob Marley, War. Avisó que en el final de su interpretación mostraría la foto de un chico desnutrido del África para alertar sobre el hambre en el mundo. Pero en el vivo en el momento final, cuando tomó la foto que había en una banqueta al lado de ella, mostró una imagen del papa Juan Pablo II. Mientras entonaba los versos finales, Confidence in the victory of good over evil (confianza en la victoria del bien sobre el mal), justo sobre la palabra Evil rompió la foto en varios pedazos. Cada rasgadura provocó una conmoción.

Al día siguiente el escándalo llegó a la tapa de los diarios y Sinead se convirtió en el enemigo público Número 1. Todos tenían algo para decir sobre ella (siempre malo). En SNL, Joe Pesci y Madonna la atacaron en los programas siguientes. La NBC prohibió para siempre su presencia en cualquier programa del canal. Nadie habló en ese momento de los abusos a menores en la iglesia que era el tema sobre el que la cantante quiso llamar la atención. Después, varios años después, se demostró que Sinead tenía razón pero ya a nadie le importaba. Ella contó que la idea se le ocurrió cuando recordó que siendo pequeña vio a Bob Geldolf cantando con los Boomtown Rats en la televisión inglesa y que en medio de un tema destrozó una foto de John Travolta y Olivia Newton John, la música Disco era el gran enemigo del rock.

Para muchos ese momento fue un suicidio profesional, en ese instante no sólo rompió en pedazos la foto de Juan Pablo II: también lo hizo con su carrera. Pero ella no lo ve así. Cree lo opuesto. En una entrevista que dio al New York Times a mediados del 2021 dijo que tener un mega éxito como Nothing Compares 2 U hizo descarrilar su carrera, que sólo volvió a su senda normal y adecuada después del incidente en SNL.

“No estoy arrepentida. Fue brillante. Pero, al mismo tiempo, muy traumático. Me empezaron a tratar como una puta y una loca” dijo Sinead.

A los diez días de su momento en SNL, Sinead se presentó en un gran concierto homenaje a Bob Dylan por sus treinta años de trayectoria que se celebró en el Madison Square Garden. Kris Kristofferson la anunció y mientras Sinead aparecía la muchedumbre empezó a silbar y abuchearla. Algunos aplaudían pero fueron tapados por los que condenaban con ardor. El abucheo creció y se convirtió en una especie de masacre colectiva. El episodio de la foto no había pasado desapercibido.

Ella se paró frente a todos y esperó. Cuando pareció que la intensidad de la reprobación cedía, uno de los miembros de su banda empezó a tocar la canción. Ella lo frenó. Y se adelantó un poco más en el escenario. Con las manos detrás de la espalda siguió recibiendo todo el odio y el desprecio posibles. Kris Kristofferson, en un acto de gran coraje, entró, la abrazó y le habló al oído: “No permitas que estos bastardos te ganen”. Ella asintió y siguió parada, desafiante, mostrando que no la iban a vencer. De pronto empezó a cantar War, de nuevo a capella. La mayoría de los aullidos se apagaron. Gritó los últimos versos con furia y salió.

Son casi cinco minutos estremecedores. No deben existir demasiados momentos de semejante tensión en la historia de la música en el que un artista se planta ante un público hostil con semejante valentía.

Después de estos episodios, su carrera ya no repuntó aunque siguió editando discos cada tanto (algunos de ellos muy buenos).

Se divorció del padre de su hijo. No fue una separación pacífica. El hombre alegó que ella no era una madre confiable y el juez le dio la razón. Estableció un régimen de visitas que sólo le permitía a Sinead una visita mensual porque la consideraba peligrosa para su hija. Tras conocer la resolución, la cantante intentó suicidarse con una sobredosis de barbitúricos el día que cumplió 33 años.

Sus problemas personales se difundieron. Divorcios, adicciones, depresión y problemas mentales.

En sus entrevistas no utiliza eufemismos. Habla de locura y le pone nombre a sus padecimientos mentales: trastorno bipolar, adicciones y stress post traumático. Pide ayuda.

Pero marca también diferencias en el tratamiento del tema. Y brinda un ejemplo. A principios de los noventa, los periodistas le preguntaban por su relación con Prince, el autor de Nothing Compares 2 U. Ella respondía que prefería no hablar del tema pero que cuando fuera vieja y escribiera sus memorias contaría todo. No es vieja, apenas cumplió los 55 años, pero el año pasado editó Rememberings, un libro autobiográfico. Allí revela que Prince la invitó a su mansión en Hollywood y que la velada fue pavorosa.

El anfitrión sirvió una sopa que Sinead no quería tomar, pero el músico insistía en que lo hiciera, amenazándola con un cuchillo; la retó por decir malas palabras en sus entrevistas; con cara inocente le propuso jugar una guerra de almohadas tantas veces que ella al final aceptó, pero en el primer golpe ella descubrió que dentro de la funda de la almohada él había puesto un objeto contundente. Ella escapó de la casa descalza. Prince la siguió en su auto pidiéndole que regresara durante cuadras y amenazándola. La rescató un hombre que la hizo subir a su auto en la autopista para que el acoso terminara.

A mediados de 2021, Sinead publicó Rememberings, su libro de memorias

Más allá del interés (y de lo atroz) de la anécdota, Sinead la utiliza para mostrar que nunca se lo llamó “loco” a Prince, sino para designarlo como genio musical (que lo era). Ni siquiera para asociarlo a una conducta violenta con las mujeres o misoginia. En cambio a ella, el calificativo la persiguió como estigma, como descalificación. Y fueron pocos los que la ayudaron a lo largo de su trayectoria. Todos quieren obtener algo más, regodearse con la caída pública y estrepitosa, explotar su fragilidad.

A su salida de una de sus crisis se hizo devota católica y se acercó a sus hijos. Tomó el nombre de Madre Bernardette Mary. Trató de volver a la música pero sus lanzamientos no tuvieron demasiada repercusión. Se volvió a retirar de la música. Dijo que no quería ser conocida. Que sólo deseaba tener una vida normal, algo que no había conseguido hasta el momento.

Pero volvió a pasar por un divorcio y sus problemas se profundizaron. Durante un tiempo se fue a vivir sola a un pequeño hotel en las afueras de Nueva York. Lo hizo para alejarse de su familia, para no lastimarlos. Durante esa reclusión voluntaria grabó un video que luego fue subido a las redes: “¿Por qué estamos solos? Los que sufrimos enfermedades mentales somos las personas más vulnerables de la tierra. Nos tendrían que cuidar. No somos como los demás”.

Intervino cada vez que vio a alguna joven cantante ser masacrada por la presión y la exposición. Se sentía representada, veía reflejada su historia en ellas, y quería evitar que pasaran por lo mismo. “Nada vas a recibir en este camino de la industria musical; sólo daño. No dejes que te exploten”, le escribió en una carta pública a Miley Cyrus. Le pedía que defendiera su talento, que no permitiera que la convirtieran en un objeto sexual, que no la explotaran. También se expresó públicamente cada vez que Britney o Amy Winehouse tuvieron problemas.

Unos años atrás, la cantante se convirtió al islamismo. En la imagen en una actuación de 2020 utilizando una hijab (Andrew Chin/Getty Images)

Se casó otras dos veces pero fueron matrimonios efímeros. La última vez tras la separación volvió a intentar suicidarse en un hotel de Las Vegas.

En 2016, tras otra batalla legal por la custodia de sus hijos, y luego de una serie de publicaciones en sus redes sociales que preocuparon a todos, fue declarada desaparecida. Todos temieron que se hubiera quitado la vida. La policía de Chicago la encontró un día después. En 2018 se convirtió al Islam. Cambió su nombre por el Shuhada Sadaqat.

Pero tampoco logró la tranquilidad deseada. Se agravaron sus problemas mentales y el consumo de drogas. Se internó voluntariamente durante un año para tratarse.

Durante 2021 se la vio bastante recuperada durante las entrevistas que brindó por el lanzamiento de sus memorias. Pero recibió otro terrible golpe.

Sinead O'Connor junto a su hijo Shane, quien se suicidó días atrás. El chico tenía 17 años. La madre debió ser internado después de conocerse el trágico suceso

A principios del año pasado, su hijo Shane de 17 años desapareció de la institución en la que estaba internado. Sinead clamó por las redes sociales por su regreso, le pidió que no tomara ninguna determinación fatal. Pero el joven fue encontrado muerto unas horas después. Se había ahorcado. Sinead lo despidió con un sentido posteo y rogó a los jóvenes que siguieran su ejemplo, que buscaran ayuda. Al día siguiente, fue internada y medicada.

A los 56 años, Sinead O´Connor murió este miércoles. Ojalá pueda encontrar la paz.