Cuáles son las alternativas sustentables para comprar moda atemporal

La sustentabilidad arde en el top de las temáticas sociales que aumentaron su nivel de relevancia en los últimos años.

Como si fuera un pulpo: la moda es un tentáculo más en el ecosistema que contribuye al proceso de aceleración de la crisis climática. Mientras los principales grupos empresariales de la industria diseñan planes de acción con el objetivo de reducir los porcentajes de contaminación, los consumidores son minuciosos en los detalles de los tejidos y en la calidad de las telas en las que se invierte. Las ferias vintage y la iniciativa de ropa circular se ubican como tendencias y promueven modelos sustentables de adquisición de indumentaria.

A la par del marzo más caluroso en la historia reciente – al menos en gran parte de Argentina -, la ecología se transformó en un lifestyle transversal a la cotidianidad: el compost, el reciclaje, la regulación en el uso del agua y la elección de alimentos orgánicos aparecen como prácticas regulares. Pero en la etapa post pandemia, la moda también comenzó a replantearse los modelos de producción y de consumo.

Zara trabaja en un proyecto para el 2040 que busca reducir al 0% las emisiones de agentes contaminantes eliminando la confección de prendas de un solo uso y anteponiendo los tejidos nobles.

Las iniciativas que se desprenden de las principales compañías empresariales de indumentaria tienen como meta disminuir el impacto ambiental que genera la industria modificando técnicas de fabricación: el reciclado de telas y la selección de materiales naturales son sustanciales en este escenario.

De acuerdo a un estudio realizado por la ONU en 2019, la industria de la moda integra el top 5 de las más contaminantes a nivel mundial.

Ropa circular: el germen de las ferias vintage revivió en Tik Tok 

Fast fashion:  es un término popular en la moda. Se terminó de instalar durante las décadas del 80 y 90 tras la aparición de las marcas de moda de cadena, con sucursales distribuidas en todo el mundo. El nombre hace alusión al poco tiempo de vida útil de la indumentaria que sigue la inmediatez de las tendencias. La fabricación es industrial, con materiales de baja calidad y no se diseñan con foco en la perdurabilidad.

El principal problema del fast fashion es que siempre que aparece una nueva tendencia, los diseños de las vidrieras se replican en busca de incrementar las ventas. Ni los vestidos ni la alta costura quedan exentos. La oferta es similar en las distintas casas de moda y, aquellos diseños que proponen un concepto distinto, pueden ser inaccesibles desde la perspectiva económica.

“La idea es hacer circular la ropa. Que tenga varios usos hasta que cumpla su ciclo. Muchas veces nos compramos un vestido de fiesta y tal vez lo usamos una o dos veces porque no nos gusta repetir, y la verdad que no tiene mucho sentido. Más que nada por lo que lleva el gasto general de hacer una prenda. Claramente sabemos que el vestido, dependiendo de la tela, tiene más de un uso”.