El presidente francés juró que los responsables de la violencia y daños pagarán por sus acciones. Por lo menos 133 personas resultaron heridas y 412 fueron detenidas durante los disturbios contra el aumento de impuestos.
Apenas llegado a París tras el G20, el presidente francés Emmanuel Macron visitó el vandalizado Arco del Triunfo y tuvo una reunión de emergencia relacionada con la seguridad después de que el centro de París fuera golpeado por los mayores disturbios de Francia en una generación.
Macron rindió homenaje al soldado desconocido de la Primera Guerra Mundial, cuya tumba está debajo del monumento. Después se dirigió a una avenida cercana, donde activistas con chalecos amarillos habían incendiado autos, roto ventanas, saqueado tiendas y luchado contra la policía el sábado. Ahí se reunió con bomberos, policías y propietarios de restaurantes.
La policía respondió a los disturbios por el aumento de impuestos con gas lacrimógeno y cañones hidrantes, y cerró decenas de calles y estaciones de metro mientras intentaba contener la revuelta: entre los lesionados había 23 agentes y 378 de los arrestados permanecen detenidos, informó la policía.
La mañana del domingo, empleados municipales limpiaban los grafiti en el Arco del Triunfo. Uno de los letreros decía: “Las chaquetas amarillas triunfarán”, una referencia a los chalecos fosforescentes que usaron los manifestantes para exigir medidas a favor de los trabajadores.
Cuando se le preguntó en el canal BFM TV cómo fue posible que miles de agentes no pudieron proteger los edificios, especialmente el Arco de Triunfo, el vocero oficial Benjamin Griveaux respondió: “Ayer tomamos la decisión de proteger a la gente antes que proteger inmuebles”.
Es el tercer fin de semana consecutivo de protestas y son los peores disturbios en el país desde por lo menos el 2005. Los sucesos en París marcaron agudo contraste con protestas en otras partes de Francia que fueron en su mayoría pacíficas.
