El papa brindó su última misa en Ecuador, en el parque Bicentenario de Quito, donde lo esperaban miles de personas que anoche hicieron vigilia pese a una lluvia torrencial; mañana viaja a Bolivia.
El papa Francisco celebró ayer su última misa en Ecuador, para luego partir a Bolivia y dijo: «Evangelizar. Esa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria, ese es nuestro más profundo y constante grito».
Durante la misa multitudinaria que celebró en el parque del Bicentenario de Quito ante 900.000 fieles recalcó la necesidad «de luchar por la inclusión a todos los niveles» y aseguró que «es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica».
Bergoglio advirtió de que la evangelización no es «hacer proselitismo» sino «atraer a los más pobres de los más indefensos, que no pierden su dignidad a pesar de que se la golpean todos los días», y que algunos hacen «una caricatura de la evangelización».
El nombre del lugar donde celebró la misa sirvió a Francisco también para recordar «el grito de Independencia de Hispanoamérica» y su homilía tuvo numerosos pasajes de su exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» (la alegría del Evangelio).
«Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad, son manifestación de ese difuso individualismo que nos separa y nos enfrenta, de la herida del pecado en el corazón de las personas», agregó.