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¿Te preguntaste alguna vez por qué los huevos se venden por docena?

Su gran contenido de proteínas lo convierte en un alimento con alto nivel de saciedad, fundamental para los planes de descenso de peso o alimentación saludable.

El huevo es una parte esencial de la dieta de los argentinos y el crecimiento del consumo de este alimento en Argentina es sostenido. Tan es así, que especialistas aseguran que consumir un huevo por día con una dieta balanceada ayuda a mejorar la nutrición.

Según datos, del 2016, alcanza el quinto lugar en el mundo, detrás de México, Japón, Ucrania y China, con 266 unidades per cápita -estimado según proyección anual de CAPIA (Cámara Argentina de Productores Avícolas)-, lo que representa un incremento superior al 67% desde 2003.

A su vez, su gran contenido de proteínas lo convierte en un alimento con alto nivel de saciedad, fundamental para los planes de descenso de peso o alimentación saludable.

Sin embargo, hay algo que no se pregunta del huevo, y eso es su packaging. Una explicación matemática a un comportamiento cotidiano, que pocos se cuestionan: ¿por qué se venden en docena? o ¿media docena?, dado que se utiliza el sistema decimal hace mucho tiempo, ¿por qué no venden los huevos de a cinco o de a diez?

Casi todo el mundo está adherido al Sistema Métrico Decimal con base en el número 10, pero hasta 1871, cuando se adoptó en España, era habitual usar fanegas que contenían doce celemines, o libras de doce onzas. En Inglaterra (mucho más conservadora y chovinista) usaron los chelines de doce peniques hasta 1970.

La docena fue durante mucho tiempo uno de los principales sistemas de medida: un año tiene doce meses, el día y la noche doce horas, etc. Incluso fueron doce los Titanes engendrados por Urano y Gea y también los Apóstoles.

Quedando descartada por su fragilidad la venta de los huevos al peso, habría que recurrir a la venta por unidades. Y ocurre que la docena era una medida de fácil fracción, lo que permitía comprar media docena, un tercio de docena, una cuarta de docena y hasta una sexta; lo que nos proporcionaría seis, cuatro, tres y dos huevos.

Tal y como se hace con los huevos, hubo un tiempo en que muchos artículos se adquirían por docenas y de hecho se adocenaban en los almacenes, es decir se ordenaban, dividían o almacenaban por docenas.

Hay un cuento de la época de la picaresca en España que reza así:

Fue un fraile a comprar huevos y le dijo a una moza:”Quiero una docena de huevos, pero como han de ser para distintas personas, me los despache por separado: para el abad quiero media docena (6); para el padre tornero un tercio de docena (4); y para mí, que soy pobre, un cuarto de docena (3).” De modo que el fraile pagó la docena y se llevó trece huevos. La moza hizo sus cuentas y vio que el fraile la había engañado. Al cabo de una semana volvió el padre a la huevería con el mismo cuento. Pero la guapa moza le espetó: “Señor don fraile, le pongo junta la docena de huevos… y ya se hará vuesa merced las cuentas por el camino.”
Redacción Córdoba Times: Redacción Córdoba times email: redaccion@cordobatimes.com