De los perfumes unisex a las líneas de maquillaje inclusivas, la industria de la belleza redefine los estereotipos y apuesta por la autenticidad.
La belleza ya no tiene género. Lo que antes se dividía entre “para él” y “para ella”, hoy se diluye en una nueva era donde el maquillaje, el skincare y las fragancias se piensan como espacios de expresión personal, sin etiquetas.
Marcas globales como Fenty Beauty, Milk Makeup o MAC fueron pioneras en mostrar que el maquillaje no es exclusivo de las mujeres. En Latinoamérica, firmas emergentes como Aqua di Luli, Kohlen o Flor de Fango incorporan tonos neutros, envases sin distinción de género y campañas donde modelos masculinos, femeninos y no binarios conviven sin jerarquías.
El cambio también se siente en la comunicación. Las campañas actuales celebran la diversidad de pieles, cuerpos e identidades, alejándose del ideal de belleza homogéneo que dominó durante décadas. En redes sociales, influencers como Manu Ríos, Bretman Rock o Mía Salinas se convierten en referentes de una belleza libre, sin moldes.
Según estudios recientes, las nuevas generaciones priorizan la autenticidad y la sustentabilidad por sobre las etiquetas. La belleza, más que una cuestión estética, se vuelve un acto político: mostrar quién sos, sin importar cómo te identifiques.
El futuro del rubro parece claro: más inclusión, más libertad y menos etiquetas. Las marcas que entiendan que la belleza no tiene género serán las que marquen el ritmo de una nueva industria, más real y más humana.

