Vinchas con flores: ¿Ridículas o a la moda?

Una de las últimas tendencias es llenar las cabezas y los peinados con una invasión de vinchas  floreadas. Algunas son divinas, otras… No tanto. Sin embargo, ¿nos quedan bien a todas? La respuesta más acertada sería: NO. 

Esta moda, tan alegre y primaveral, se circunscribe únicamente a chicas de 20 para abajo. Lo que queda divino, romántico y vital en las muy jovencitas, al resto no nos va, excepto a esas pocas privilegiadas con cara graciosa de aspecto híper-ultra-juvenil. El resto corremos peligro de ofrecer una imagen que va desde la desprolijidad a la desubicación e, incluso, puede llegar hasta el ridículo.

Si bien lucen muy bien en ciertas producciones de moda (en las que está permitido jugar artísticamente) y en los desfiles (donde están al servicio de un bello espectáculo) no sucede lo mismo en la calle. En la vida cotidiana, las vinchas floreadas restan en lugar de sumar.

No es que resulten feas, que no se malinterprete. Pero en cuestión de imagen la búsqueda siempre debe orientarse a lograr la armonía y el equilibrio. Y el uso de este accesorio es tan arriesgado que para asegurarnos de preservar nuestra imagen deberían prohibirnos que las usemos en el trabajo, en la pile y hasta en la playa.

Pero si, aunque estás de acuerdo con esto, todavía te morís de ganas de ponerte tu corona Frida Kahlo porque ya te compraste un par y, además, sentís que el look floral te alegra el espíritu, podé darte el gusto de usarlas en casa al momento de maquillarte o hacerte limpieza de cutis, pero por favor: descartémoslas de nuestro look de calle.

Tené en cuenta que si te gustan mucho las flores siempre podés adoptarlas, sin exagerar, en accesorios  pequeños como hebillas o en estampas en alguna prenda o en tu traje de baño.

Recordá: cuanto más colorido, cantidad y volumen en las flores, más llamativo y exagerado será tu estilo. Y la exageración nunca va de mano con la elegancia. Con el exceso de accesorios sólo se consigue empañar la belleza propia en lugar de resaltarla.