Durante la última década, Santiago Maratea se convirtió en uno de los nombres más resonantes del ecosistema digital argentino. Lo que comenzó como una presencia carismática en redes sociales terminó por transformarse en un fenómeno cultural que combina activismo, comunicación y entretenimiento. Hoy, Maratea transita una nueva etapa: la de figura multifacética, entre la influencia, el liderazgo social y la exposición mediática.
Maratea se hizo conocido por su estilo directo y su habilidad para conectar con la audiencia a través de historias cotidianas. Sin embargo, fue su faceta solidaria la que lo catapultó a otro nivel de visibilidad. Las colectas que lideró —para causas sociales, médicas y ambientales— demostraron el poder de las redes cuando se utilizan con propósito. En un contexto de desconfianza hacia las instituciones, él logró canalizar la empatía digital hacia la acción concreta.
Con el tiempo, su figura también generó debate. Sus posturas, su manera de comunicar y el manejo de los fondos recaudados despertaron discusiones sobre los límites del influencer-activista. Pero más allá de las controversias, Maratea consolidó un nuevo modelo de figura pública: híbrida, independiente y capaz de moverse entre mundos distintos.
Hoy, mientras amplía su presencia en medios tradicionales y proyectos culturales, su influencia sigue siendo un caso de estudio sobre cómo las redes pueden moldear nuevas formas de liderazgo. De creador solidario a referente mediático, Santiago Maratea encarna una transición que refleja el pulso de una generación: la que encontró en Internet una herramienta para hacer, cuestionar y transformar.

