El histórico juego de té asociado a uno de los casos policiales más recordados de la Argentina volvió a generar atención mediática. La vajilla vinculada a Yiya Murano, conocida como “la envenenadora de Monserrat”, fue adquirida recientemente por un empresario de Comodoro Rivadavia, Chubut, en una operación que volvió a colocar el objeto en el centro de la conversación pública por su valor simbólico e histórico.
Según confirmaron distintos medios, la venta se concretó en una escribanía y fue realizada por Martín Murano, hijo de Yiya, a José Argentino Perruccio —mencionado en algunas publicaciones como “Perrucio”. El comprador ya había sido noticia años atrás por adquirir un Mercedes Benz que perteneció a Susana Giménez, operación que también generó repercusión.
El juego de té fue vendido por aproximadamente 4.000 dólares, cifra menor a las ofertas que había recibido en 2023, cuando la vajilla había llegado a recibir propuestas de hasta 10.000 dólares, aunque aquella venta finalmente no se concretó.

El caso criminal
Yiya Murano fue condenada por el asesinato de tres amigas a fines de los años 70, en el barrio porteño de Monserrat. Según la investigación judicial, Murano habría envenenado a sus víctimas con cianuro, aprovechando reuniones y encuentros en los que ofrecía bebidas preparadas con el tóxico. Su perfil frío y metódico, sumado a la naturaleza insólita de los crímenes, hicieron que el caso se volviera uno de los episodios policiales más impactantes y recordados del país.
La vajilla, utilizada en estos encuentros, quedó así ligada al caso y se convirtió en un símbolo del crimen, un objeto cotidiano que permaneció en la memoria pública por el peso de los hechos.
Con esta transacción, el juego de té vuelve a instalarse en la agenda mediática, no por su valor artístico o patrimonial, sino por su historia y curiosidad, convirtiéndose en un ejemplo de cómo un objeto cotidiano puede quedar asociado a uno de los crímenes más recordados de la Argentina.

