Del cine a las series, la idea del multiverso se volvió una herramienta para conectar con nuestro pasado cultural. Entre cameos imposibles y regresos de personajes queridos, esta tendencia revela algo más profundo: nuestra necesidad de revivir lo que ya conocemos.
El multiverso se convirtió en la nueva fórmula mágica de Hollywood. Lo que empezó como un concepto científico y narrativo —varias realidades coexistiendo— se transformó en un fenómeno pop que combina estrategia comercial y deseo emocional. Desde Spider-Man: No Way Home hasta Everything Everywhere All At Once, pasando por los universos extendidos de Marvel y DC, la multiplicación de mundos es, en el fondo, una multiplicación de recuerdos.
En un panorama saturado de estrenos, el multiverso ofrece una promesa irresistible: volver a ver aquello que nos marcó, pero con un giro nuevo. Es el sueño del fan hecho realidad: Tobey Maguire junto a Andrew Garfield, Michael Keaton otra vez como Batman, o versiones alternativas de nuestros héroes favoritos. Cada aparición funciona como una cápsula de nostalgia que activa la memoria colectiva.
Pero detrás del fanservice hay una verdad cultural: el público busca reencontrarse con lo que le dio seguridad. En tiempos de incertidumbre —pandemia, crisis, cambios tecnológicos— mirar hacia atrás se vuelve reconfortante. El multiverso, entonces, no es solo un recurso narrativo, sino un refugio emocional. Nos permite imaginar futuros distintos sin soltar el pasado.
Hollywood lo sabe: el pasado vende. Por eso, más que explorar nuevas ideas, las grandes franquicias se expanden hacia sí mismas, construyendo metaversos de emociones compartidas. Y aunque el riesgo es caer en la repetición, también es cierto que el multiverso refleja algo profundamente humano: la necesidad de conectar nuestras versiones pasadas con las que somos hoy.
El éxito del multiverso no solo habla de creatividad, sino de una cultura que no quiere dejar ir sus recuerdos. En cada universo alternativo, lo que realmente buscamos no es una historia nueva, sino la emoción de volver a sentir lo mismo —una vez más.

