En la era de TikTok y los reels, un fragmento de pocos segundos puede ser más poderoso que una campaña de marketing. Así, artistas emergentes saltan a la fama y canciones olvidadas vuelven a las listas gracias al algoritmo y la viralidad.
La industria musical cambió para siempre. Ya no hace falta un disco completo ni una gira mundial para conquistar al público: basta con 10 segundos virales. TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts se convirtieron en los nuevos escenarios donde las canciones encuentran su destino.
Artistas como Olivia Rodrigo, Doja Cat, Bizarrap o Feid entendieron el juego: fragmentos pegadizos, letras que se prestan a trends y una estética visual que acompañe. Hoy, las discográficas analizan no solo la calidad musical, sino también el potencial viral de una canción antes de lanzarla.
Pero no todo se trata de nuevos talentos. El fenómeno también revive clásicos: temas de Fleetwood Mac, Miguel Bosé Miranda o Britney Spears volvieron a sonar en millones de videos, demostrando que la nostalgia también puede ser tendencia.
El poder del algoritmo redefine el éxito. Un artista independiente puede pasar de grabar en su habitación a llenar estadios si su canción encaja con el mood de la plataforma. Y mientras algunos lo celebran como una democratización de la música, otros advierten que la viralidad puede ser efímera: lo que hoy suena en cada video, mañana puede desaparecer del feed.
En tiempos donde todo se mide en reproducciones y segundos de atención, la pregunta queda abierta: ¿estamos descubriendo nueva música o solo nuevos momentos musicales?

