Un reciente relevamiento nacional encendió una alerta sanitaria: en varias regiones del país se detectaron niveles de arsénico superiores a lo recomendado para el consumo humano. El estudio abarcó distintas provincias argentinas y generó preocupación en comunidades que dependen de agua proveniente de pozos o perforaciones.
Aunque los resultados aún deben ser analizados caso por caso, Córdoba figura dentro de las zonas con presencia detectada, lo que abre un debate fundamental sobre el acceso al agua segura y la necesidad de controles públicos más rigurosos.
Según especialistas y el relevamiento citado en medios provinciales, las zonas cordobesas donde se recomendó evitar el consumo de agua para beber y cocinar por arsénico son:
Vicuña Mackenna
Laboulaye
Villa María
La Playosa
En la periferia de la ciudad de Córdoba, hacia el este y el sur, el agua subterránea de pozo (unos 60 metros) puede tener cantidades importantes de arsénico, aunque no es la misma que llega por la red de Aguas Cordobesas.
El arsénico es un mineral natural que se encuentra en el suelo y en algunas formaciones rocosas del subsuelo. En determinadas zonas, cuando el agua circula por esos estratos, el arsénico puede disolverse y llegar a los acuíferos que luego se usan para consumo doméstico.
En Argentina, muchas localidades —sobre todo rurales o semi-rurales— dependen de perforaciones individuales o pozos profundos, sin un sistema de control constante. Allí es donde puede surgir el riesgo.
El consumo prolongado de agua con arsénico puede tener consecuencias graves para la salud:
Manchas o cambios en la pigmentación de la piel
Problemas cardiovasculares y renales
Alteraciones neurológicas en niños
Mayor riesgo de diabetes
Desarrollo de diferentes tipos de cáncer
Enfermedades crónicas asociadas al síndrome HACRE (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico)
Lo más preocupante: los efectos no siempre son inmediatos, por lo que la contaminación puede ser silenciosa y pasar desapercibida durante años.
Si bien los estudios nacionales todavía no detallan cada municipio, en Córdoba existen zonas que utilizan agua de pozo o perforaciones, especialmente en poblaciones del interior provincial. Los especialistas recomiendan prestar atención a estos puntos:
Localidades que no cuentan con redes formales de agua potable
Perforaciones domiciliarias sin controles periódicos
Comunidades alejadas de los centros urbanos
Escuelas y centros de salud que dependen de bombas o tanques privados
También advierten que, en ciertos casos, problemas de salud sin explicación clara podrían estar vinculados al consumo de agua con arsénico sin tratar.
Solicitar análisis del agua si proviene de pozo o perforación
Usar filtros aprobados o agua embotellada en caso de dudas
Exigir monitoreo público y datos abiertos sobre la calidad del agua local
Evitar que los niños consuman agua no controlada
Mantener registros de salud y síntomas prolongados
Publicar información clara sobre el riesgo en cada zona
Invertir en redes de agua segura o sistemas de potabilización
Formar profesionales y técnicos en tratamiento de arsénico
Crear protocolos de atención médica ante casos sospechosos
Financiar tecnologías de filtrado para pueblos pequeños
El arsénico en el agua es un riesgo real y silencioso que debe ser abordado con urgencia. Hoy la ciencia confirma lo que muchas localidades vienen señalando desde hace años: el acceso a agua segura no es un privilegio, sino un derecho básico.
Para Córdoba, el desafío es doble: conocer los niveles reales de riesgo y actuar de forma preventiva. Detectar, informar y garantizar agua segura será clave para proteger la salud de miles de cordobeses en los próximos años.