Israel, Líbano y Hezbollah acordaron un alto el fuego por 60 días, que comenzará este miércoles a las 4:00 a. m. (hora local). La tregua, anunciada por los presidentes Joe Biden y Emmanuel Macron, busca poner fin al conflicto en la frontera entre ambos países. El acuerdo contempla tres etapas: una tregua inicial, el repliegue de Hezbollah al norte del río Litani, y la retirada total del ejército israelí del sur del Líbano, además de futuras negociaciones para definir la frontera entre ambos territorios.
El presidente Biden subrayó desde la Casa Blanca que “Israel no lanzó esta guerra ni tampoco el pueblo libanés”, al tiempo que recordó las consecuencias devastadoras del conflicto: más de 70.000 israelíes y 300.000 libaneses desplazados. Biden también dejó claro que si Hezbollah viola la tregua, Israel tiene derecho a defenderse. Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, amenazó con reanudar los combates si el grupo chiita no respeta las condiciones: “Cualquier ataque provocará una reacción poderosa”.
Francia jugará un rol crucial como garante del alto el fuego, pese a las tensiones diplomáticas recientes con Israel. El acuerdo estipula que el ejército libanés, con apoyo de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL), tomará el control del territorio al sur del río Litani, mientras que Hezbollah no podrá reconstruir su infraestructura en la zona. A pesar de esta tregua, el conflicto en Gaza sigue activo, y Biden aseguró que buscará negociaciones con Qatar y Turquía para alcanzar un cese de hostilidades y liberar a los rehenes en esa región.
La tregua llega tras una escalada de violencia que incluyó bombardeos israelíes en el sur de Beirut y ataques de Hezbollah en el norte de Israel. Según datos oficiales, los enfrentamientos del martes dejaron al menos siete muertos y más de 240 cohetes disparados solo en los últimos días. En este contexto, el acuerdo pretende marcar un punto de inflexión en la guerra que debilitó a Hezbollah, cuyo líder histórico, Hassan Nasrallah, murió en septiembre en un atentado.
La población libanesa chiita, principal base de apoyo de Hezbollah, comenzó a manifestar un creciente descontento hacia el grupo, al que acusan de provocar la destrucción de sus hogares y su futuro. Este malestar se suma a las tensiones sociales tras la explosión en el puerto de Beirut en 2020, que dejó más de 200 muertos y miles de heridos.