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martes 16 abril 2024

Siria: ¿el disparador de una nueva Guerra Fría?

EditorialSiria: ¿el disparador de una nueva Guerra Fría?

Donald Trump sorprendió nuevamente a la Comunidad Internacional y a los habitantes de todo el planeta. Y esta vez fue con hechos estruendosos. Después de tanto expresar que los EE.UU. debían acercarse a Rusia y trabajar mancomunadamente con el presidente de Siria, Bashar Al Assad, para combatir a la organización terrorista ISIS en ese país, cambió bruscamente de opinión. El viernes 7 de abril de 2017, dio la orden de bombardear a Siria. Cincuenta y nueve misiles Tomahawk volaron rumbo a la base aérea de Al Shayrat, en la provincia de Homs. La decisión política que dio luz verde a la ofensiva militar, según el Pentágono, fue en respuesta al ataque químico que unos  aviones  perpetraron días previos y  que dejó un saldo de 83 civiles muertos (25 niños) en la localidad de Jan Sheijun.

En el escenario internacional vigente, esta acción militar no fue una agresión bilateral aislada. El tema es mucho más complejo y promete ser más peligroso para la paz mundial, ya que Siria es un Estado del que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se siente dueño. Este hecho no es menor. Rusia sintió ofendidos sus intereses y su honor. Un régimen amigo del Kremlin fue bombardeado nada más y nada menos que por los EE.UU. Existen muchas hipótesis de lo que puede haber impulsado a Trump para actuar de ese modo. Algunos analistas internacionales consideran que lo hizo para exhibirse como un líder fuerte dispuesto a actuar frente a ataques contra civiles en cualquier rincón del mundo. Otros afirman que busca desviar la atención de los problemas internos y fortalecer su imagen doméstica e internacional con señales contundentes. Los destinatarios de estas acciones, además de Siria, serían Irán, Rusia y Corea del Norte. Tal vez, Trump buscó mostrarle al mundo su “intervencionismo humanitario”, tras conmoverse al ver las imágenes de los niños luchando para respirar y sobrevivir después de haber sido gaseados y envenenados “supuestamente” por las fuerzas de Al Assad. Lo cierto es que Trump respondió con hechos rotundos, confirmando su condición de outsider de la política devenido en presidente y de un mandatario que prioriza la acción en desmedro de la diplomacia.

Corea del Norte condenó enérgicamente el bombardeo en Siria por considerarlo una agresión absolutamente inaceptable a un Estado soberano que justifica el desarrollo armamentístico de Pyongyang. El texto, fechado el 8 de abril, añade que a Corea del Norte, que considera a Siria como un aliado, no le sorprende que se haya visto esta acción militar de los EE.UU. «como una advertencia a nosotros» y que se trata de una muestra más de que «nos tenemos que defender de las agresiones imperialistas».

Otra lectura de lo acontecido sugiere que fue un tirón de oreja para Rusia, para que se esfuerce para controlar mejor a Al Assad o para incitar a Moscú a romper su relación con Damasco. Esta situación recuerda la “Crisis de los Misiles” de 1962, cuando Moscú y los EE.UU. midieron sus fuerzas a través de Cuba.

Es posible que los ataques aéreos a Siria sean una manera de buscar legitimidad internacional, levantando la bandera del respeto por los derechos humanos y condenando el uso de armas químicas. O simplemente, que se trate de una excusa adecuada para mostrarse como el guardián de la seguridad mundial. El delegado sirio ante la ONU, Mounzer Mounzer, acusó a los EE.UU. de utilizar “pretextos vacíos” y “argumentos fabricados” para lanzar el bombardeo, e insistió en que el régimen de Assad “no tiene armas químicas y nunca las ha usado”.  Todo es posible cuando hay intereses en juego. No existen relaciones interestatales basadas en nobles sentimientos de amistad. Los países se acercan o se distancian guiados por fríos intereses nacionales y/o personales. Las diversas metamorfosis de las relaciones internacionales en la historia, constituyen la evidencia empírica de esta afirmación.

Recordemos que Trump llegó a la Casa Blanca, con un discurso duro, nacionalista y xenófobo, prometiendo «hacer grande a los Estados Unidos» con medidas fuertes contra los inmigrantes.  No obstante, el decreto contra inmigrantes y refugiados fue bloqueado por la Justicia. La fabricación de una guerra quizás le posibilite recuperar algo de esa imagen de líder fuerte que proyectó en campaña…

La política exterior siempre tiene fuertes vínculos con la política doméstica y con la imagen de gobierno que se desea proyectar hacia el interior y el exterior. Un ejemplo de realismo político contemporáneo es el caso de Margaret Thatcher, con la guerra de Malvinas. La guerra en el Atlántico Sur la consolidó en el poder, apagó la crisis social interna que la agobiaba y le permitió ser reelecta en 1983. Todo pareciera indicar que el realismo político lejos de haber pasado de moda, se ha potenciado con armas modernas, nueva tecnologías, novedosas formas de comunicación y cabecillas políticos dueños de perfiles psicológicos que dificultan prever sus próximos movimientos.

Los hechos recientes demuestran que los EE.UU. usarán sus capacidades militares cuando puedan, incluso cuando los intereses vitales de la nación no estén en riesgo.

Damasco prometió responder la agresión padecida en su territorio. En el lugar había tropas sirias y rusas, pero previamente el Pentágono notificó el ataque a Moscú, en virtud del acuerdo que tienen para coordinar toda acción militar en la región. El aviso permitió evacuar a parte del personal y retirar los aviones. Pero, pese a ello, murieron seis militares sirios y nueve civiles. Esto no será fácil de digerir para el país euroasiático. Rusia reaccionó de inmediato frente al bombardeo que efectuó el país de la estatua de la libertad, en territorio sirio. Después de condenar la acción estadounidense, el gobierno de Vladimir Putin denunció ante la ONU que “las consecuencias de esto para la estabilidad regional e internacional pueden ser extremadamente graves”. Ahora nadie sabe con exactitud qué sucederá en los próximos días. Moscú no se limitó a la retórica antiestadounidense; suspendió el acuerdo de coordinación militar con el Pentágono para evitar incidentes aéreos en Siria y trasladó a una de sus poderosas fragatas con misiles hacia la base militar rusa de Tartús, en la costa siria. Esta moderna fragata está equipada con misiles de largo alcance Kalibr, los más utilizados por el ejército ruso para atacar posiciones yihadistas.

Pocos creen que el bombardeo ordenado por Trump, logrará que se dejen de usar armas químicas. Muchos analistas se preguntan si este hecho puntual alterará el statu quo global reinante, y si marcará un punto de inflexión en el romance entre Trump y Putin. Al respecto, la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, lo hizo explícito al responsabilizar indirectamente al Kremlin por el atentado con gas sarín en Jan Sheijun. «Si Rusia hubiera estado cumpliendo con su responsabilidad, ni siquiera habría armas químicas en manos del régimen sirio», expresó con vehemencia. Entonces, ¿cómo se rearmarán las piezas en este confuso tablero internacional? ¿Rusia tendrá un rol fuerte y activo en este nuevo conflicto? Todo pareciera indicar que no se quedará de brazos cruzados. Putin  también reforzó la defensa antiaérea siria y advirtió que las baterías antimisiles rusas que garantizan la defensa de las dos bases aéreas, funcionan las 24 horas. ¿Putin seguirá considerando que Siria es una democracia “perfectible” y por lo tanto saldrá en defensa de su aliado Al Assad, con más violencia? ¿Apuntará su poderío militar contra Washington? ¿Es el comienzo de una moderna Guerra Fría? ¿Qué rol jugará China? ¿Trump recurrirá a la diplomacia del ping-pong –la estrategia empleada por Richard Nixon a principios de la década de 1970– para acercarse al gigante asiático?

Demasiadas preguntas que no logran calmar el dolor que producen los litros de sangre civil derramados en Siria. A pesar de la acusación de Washington contra Siria, aún no está claro quién perpetuó el ataque químico. Rusia exige una investigación neutral para conocer la verdad con rigor científico.

En medio de tanto ruido, lo único claro es que la paz mundial está otra vez en boca de todos y en manos de pocos…

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