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Una mirada distinta sobre el festival de Doma y Folklore

¿No será un poco exagerada la nueva visión que trata de demonizar al festival legendario de Doma y Folklore?

La crítica desmesurada ha crecido merced en las redes sociales y al lobby de algunos artistas que poco están y estuvieron relacionados con el sector rural, se da lugar a una desafortunada fobia hacia al evento más popular más tradicional que pueda surgir en el alma del gaucho argentino. Se lo trata de emparentar con la muerte y con el maltrato animal, como si ésta fuera una característica distintiva e intrínseca del mismo.

Analicemos una posible hipótesis que responda al porqué de tanta mala fama adquirida en los últimos tiempos, respecto al festival de doma. 

Año tras año existen éstas desgraciadas pérdidas de animales que por su característica de salvajes y por el entorno que los rodea se accidentan con mayor frecuencia con la que lo harían si estuvieran en un ambiente natural sin perturbaciones. Lamentablemente no hay caso y es el costo que hay que pagar por tal evento, y es algo a lo que “la gente de campo” está acostumbrada. Esto de ninguna manera significa que a las personas del ámbito rural le de lo mismo ver o no morir un animal, pero sin duda que no existe la misma sensibilidad de estos en comparación con los ciudadanos que habitualmente  desarrollan toda su vida en grandes urbes y en el seno de ciudades totalmente alejadas del campo.

¿Qué persona que haya tenido contacto directo o incluso indirecto con la rutina campestre, no ha visto cómo se debe sacrificar una animal para el consumo humano, o por accidentes normales que surgen en la actividad rural?

Sin embargo la “gente de ciudad”, que nunca a tenido contacto con la cultura campesina, realmente ignora mucho de todo lo que rodea a la vida rústica del campesino habitual.

En otros casos hay también, un dejo de hipocresía  en muchos ciudadanos, alentados por ciertas campañas masivas de difusión, y se sensibilizan al extremo de perder totalmente la racionalidad y la noción, de que, a diario ellos también consumen miles y miles de kg de carne proveniente del sacrificio de animales rurales (aves, cerdos, ovejas, vacas, y también caballos). ¿De dónde creerá esta gente “hipersensible” que sale la mortadela?  Aunque sea lapidaria la respuesta y para muchos sea obvio, cada vez que se sientan a degustar esos trozos deliciosos de dicho fiambre, sepan que hay involucrado una enorme matanza de caballos vinculada a la manufactura del mismo.

Sin embargo la doma no es un ritual que se caracteriza por el sacrificio como se lo quiere hacer ver en éstas últimas horas. A pesar del método rústico que la envuelve, y debido a su característica, es casi imposible que transcurra una jornada completa sin haber lastimados, ya sea un animal o un ser humano. Pero de ninguna manera es el objetivo ni lo que más se destaque de un festival de doma, la muerte de caballos.

Algunos otros, de manera muy equivoca, han tratado de estigmatizar a éste tradicional y gauchesco ritual y compararlo con el de las corridas de toros. Nada más alejado de la realidad que eso.

Cabe destacar que en las corridas de toro,  dicho animal va a ser ejecutado y maltratado. De de hecho que al torero, se lo denomina “matador”, ya que el éxito y el final de la contienda es justamente la ejecución a través del sable que, él mismo, atraviesa sobre el dorso del animal y que de ser correcto, penetra hasta las entrañas, dándole la muerte instantánea. Un ritual por demás morboso, sangriento, que no tienen ningún parangón con una jornada de doma.

Otro aspecto que se debe considerar volviendo a nuestra contienda criolla y ecuestre, es que las yeguas que se utilizan para la doma, provienen de tropillas y son denominadas “reservado”, que no es otra cosa que un caballo que no ha tenido prácticamente ningún atisbo de domesticación ni contacto previo con algún ritual de mansedumbre.  De no ser así sería casi imposible poder lograr que el animal se defienda con el brío y con la fiereza con la que habitualmente lo hacen cuando sienten el rigor del jinete sobre su lomo. De eso se trata la gracia de la doma, que el animal en el intento de defenderse, desparrame  y deje tendido por el suelo al jinete, y cuanto más bravo el animal, más riesgos corre éste último, incluso el de su propia vida.

Muchas cosas hay detrás del festival de doma  y folklore de Jesús María, y de tantos otros,  sin embargo ya nadie habla del alma de dicho evento. Los músicos,  la doma, la payada, el asadito, el encuentro con amigos y la familia, han sido soslayados por éstos “malentendidos revolucionarios” que quieren dañar las  raíces intrínsecas de nuestra patria, sobre-valuando de manera arbitraria el aspecto negativo del festival por encima de las cosas entrañables que convocan a multitudes año a año.

No es una novedad que las malas noticias venden más tapas que las buenas. Pero no es éste el objetivo de la nota, sino todo lo contrario, que es revalorizar las costumbres y las raíces gauchescas. 

Nadie quiere que los animales mueran, pero el riesgo existe, y también lo existe para los humanos, y de eso se trata el valor del coraje expuesto por quienes tradicionalmente acuden a ésta y ciento de domas en el interior del País.

Dejando de lado un poco esta holgada pero no menos relevante introducción, pasemos a ver con más detalle cultural de que se trata la doma y los símbolos principales que la envuelven. No te pierdas al final de la nota la tabla de posiciones con los jinetes que cada noche arriesgaran su vida por dar un espectáculo de destreza.

Repasemos un poco ¿cómo es la competencia? para entender los símbolos que se repiten en Jesús María y otras plazas tradicionales para así entender un poco más de que se trata.

En Jesús María, se realiza la jineteada de potros reservados, donde los jinetes deben aguantar sobre el lomo del bagual (un caballo sin domar), durante un determinado lapso de tiempo que dependerá de la categoría en la que esté demostrando su destreza el gaucho.
Existen tres categorías:
Categoría “A” – Crina limpia o Potro Pelado.
Categoría “B” – Grupa sureña o Cuero.
Categoría “C” – Bastos c/ encimera sin boleadoras.

La Crina Limpia
En esta categoría se puede usar una lonja que va alrededor del pescuezo del animal como único sostén fuerte del jinete, quién no puede dejar de trabajar el animal con las espuelas.
Tiempo de monta: 8 segundos.

La Grupa Sureña o Surera:
En esta categoría no se usan estribos, pero se utiliza un cuero de oveja sujetado por un cinchón. El jinete debe sujetar las riendas con una mano y el azote (huasca, talero, etc.) con la otra.
Tiempo de monta: 12 segundos

El Basto con Encimera:

Aquí el hombre no deberá perder los estribos ni “charquear” (tocar al animal con las manos). En las otras categorías el charqueo también quita puntos.
Tiempo de monta: 15 segundos.

Una vez tocada la campana que anuncia la finalización de la prueba, el jinete no debe seguir castigando ni jineteando y si así lo hace, se le aplica descuento de puntos.
En la clasificación se tiene en cuenta la siguiente tabla de puntaje:

El jinete: máximo 10 puntos.
El potro: máximo 5 puntos.
Espuela: máximo 5 puntos.
Elegancia: máximo 5 puntos.

Las riendas son de suela, cuero crudo o curtido, lisas, no trenzadas y sin nudos. Su uso es obligatorio, dándose en la monta, con vuelta en la mano del jinete. El rebenque o guacha, se debe usar tomado de la manijera en las categorías de Grupa y Bastos.

El Comisario de Pista
Es la única autoridad dentro del campo de jineteadas y sus decisiones deben ser acatadas por los jinetes y todas las personas que deben permanecer dentro de la pista.

Repasemos lo que sucedió en la noche de inauguración: 10 de Enero del corriente

Gastón Hernán Pepa: Ing. Agrónomo. // Twitter: @gauchitosmu email: gaston@cordobatimes.com
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