En un gesto de solidaridad, la Arquidiócesis acompañó al Polo Sanitario y se unió al reclamo por los derechos de las personas con discapacidad en Plaza San Martín, en el marco del Jubileo de la Esperanza.
En un gesto cargado de simbolismo y compromiso, la Arquidiócesis de Córdoba llevó a cabo un abrazo fraterno al Polo Sanitario de la ciudad, acompañado de una acción solidaria en la Plaza San Martín para respaldar a las personas con discapacidad y sus familias.
Estas iniciativas, enmarcadas en el Jubileo de la Esperanza que la Iglesia celebra a nivel mundial, reflejaron el llamado del Papa Francisco a medir el progreso de una civilización por su capacidad de cuidar a los más vulnerables.
El cardenal Ángel Rossi, arzobispo de Córdoba, encabezó el abrazo simbólico a los hospitales del Polo Sanitario, un acto que buscó expresar cercanía, compasión y apoyo a quienes sufren, sanan y cuidan en el corazón del sistema de salud cordobés.
En un emotivo encuentro, Rossi ofreció una oración de bendición y palabras de consuelo dirigidas a pacientes, familias y profesionales de la salud.
“En tiempos difíciles, la Iglesia tiene la obligación de acompañar a todos, y de un modo particular a los que andan más cascoteados por la vida”, expresó el cardenal, destacando la misión de estar junto a los más frágiles.
Paralelamente, en la Plaza San Martín, la Iglesia se unió al reclamo de profesionales, terapeutas, transportistas, personas con discapacidad y sus familias, afectados por los recortes en el sistema nacional de apoyo a la discapacidad y la desactualización de los valores de las prestaciones.
En representación del cardenal Rossi, el padre Munir Bracco, vocero del arzobispo, transmitió un mensaje de solidaridad: “La Iglesia de Córdoba, junto a la Vicaría de los Pobres y las Pastorales Sociales, acompaña a nuestros hermanos y hermanas con discapacidad, a sus familias e instituciones que hoy levantan su voz por escucha y reparación ante la violación de sus derechos”.
Bracco subrayó el compromiso de la Iglesia con los más vulnerables, afirmando: “Queremos caminar junto a los más débiles, los que sufren, los excluidos, frágiles e indefensos. Comprometemos nuestra oración y súplica a Dios para que calme el dolor, cure las heridas y repare las injusticias”.
Este mensaje resonó entre los presentes, quienes encontraron en la presencia de la Iglesia un respaldo espiritual y moral en su lucha por la dignidad y la justicia.
