Las 24 horas por Malvinas

El 8 de mayo de 1982, en plena guerra, se organizó una maratón televisiva para recaudar donaciones para el Fondo Patriótico. Famosos, empresarios y miles de ciudadanos comunes se solidarizaron. 

Si algo está grabado en la memoria colectiva de los argentinos es la Guerra de Malvinas. Todo aquel que en ese momento era niño, adolescente o adulto conserva un recuerdo personal y único de ese tiempo tan difícil como doloroso. Los soldados peleaban en las Islas, pero en el continente todo argentino sentía que estaba con ellos. Y todos, absolutamente todos, nos solidarizábamos con los soldados que peleaban por ese pedazo de patria.

De ese tiempo, cada argentino conserva algún recuerdo individual. Las cartas escritas a soldados desconocidos, el vecino del barrio convocado, los apagones programados… Pero, en la memoria colectiva late un hecho que nunca se olvidó: Las 24 horas de Malvinas, la maratón televisiva conducida por Pinky y Cacho Fontana que recaudó donaciones para el Fondo Patriótico y mostró como pocas veces la solidaridad del país.

“En 1982 no había Internet, redes ni telefonía celular. A la Guerra de Malvinas la escuchamos por la radio, la leímos en los diarios tradicionales y en revistas semanales y la vimos por tevé. Para la radio existían alternativas, la audiencia salía a buscar noticias en emisoras uruguayas o, como en mi caso, esperaba la noche para sintonizar las ondas cortas”, pone en contexto histórico Adrián Korol, director de RAE (Radiodifusión Argentina al Exterior) y apasionado malvinero. “En la prensa escrita podías informarte con un puñado de diarios, incluyendo uno en inglés o las revistas con tono triunfalista. Pero la televisión era sinónimo de ATC. Con picos históricos de rating por aquellos días y la cobertura en las Islas de Nicolas Kasanzew para 60 Minutos”.

Las noticias que trascendían eran pocas, pero además debían pasar el filtro censor. Carlos Clavel, en ese momento subgerente de noticias de ATC, comparte: “El material llegaba de las Islas e iba directo al Ministerio de Defensa que miraba todo y determinaba qué se emitía y qué no ‘para no dar ideas al enemigo’. Luego, volvía al canal donde bajo la supervisión de un coronel, se editaba lo que saldría al aire”.

Entre las noticias que llegaban, una conmocionó: el hundimiento del crucero General Belgrano, en el que murieron 323 argentinos, casi la mitad del total de caídos en la guerra. Una de las personas que sintió una mezcla de impotencia, angustia y ganas de ayudar fue Jorge Cacho Fontana, en ese momento el conductor televisivo más famoso y carismático del país.

“Iba en mi auto y escuché que hunden el Belgrano. Fue un martes. Dije: ‘Algo hay que hacer’ (…). El miércoles me reuní con hombres históricos de la televisión y les propuse hacer un programa de 24 horas. Todo lo que se recaudara comercialmente iba para los muchachos”, relató Fontana, según este testimonio recogido en un documental de Radio Nacional.

Fontana tuvo la idea y además llevó a sus auspiciantes. Marcas como Hitachi y Colgate no dudaron en acompañarlo y donar 240 minutos de publicidad. Con autoridades y empresas entusiasmadas, Fontana fue por más. Necesitaba alguien para acompañarlo en la conducción. Decidió pedírselo a la mujer más popular y reconocida de la televisión de ese momento: Pinky.

Cacho fue a buscarla, pero la conductora estaba muy enferma y le respondió que no participaría. Cuando el conductor se marchó, los hijos de Pinky insistieron para que aceptara. Llamó al médico y le anunció que suspendía la medicación y se levantaba de la cama para ayudar a la gente. La decisión final no se debió a sus hijos ni a su médico. “Yo amo a Manuel Belgrano y cuando me toca hacer algo así para mi patria siempre pienso en él. Los argentinos tenemos que ser los primeros en cuidar que nuestra patria sea una nación”.

Con los conductores ya definidos surgió un inconveniente. Ellos eran conocidos pero el formato del programa, no. “La televisión argentina, si bien tenía la cultura de los programas ómnibus, no había incursionado aún en el formato teletón (transmisiones televisivas maratónicas con fines benéficos). Las teletones comenzaron en 1978 en la televisión chilena durante la dictadura de Pinochet”, vuelve a poner en contexto el director de RAE. “Para el Mundial 78, Canal 7 se había transformado en ATC y Las 24 horas por Malvinas le brindó la posibilidad de capitalizar un hecho sin precedentes. En una televisión que por entonces cerraba sus transmisiones a la medianoche, el programa transmitió 24 horas de forma ininterrumpida”.

El 8 de mayo a las 20:30, Pinky y Fontana comenzaron la emisión que finalizaría 24 horas después. Todavía hoy mucha gente recuerda haber estado -literalmente- siguiendo el programa en toda su duración. Susana Rinaldi fue una de las participantes, luego de haber sido contactada directamente por Pinky. La Tana abrió la transmisión con una versión del Himno Nacional. “Nadie me dijo qué debía cantar. Me llamaron el día anterior. Debía salir primera y dejar cierta impronta para que los artistas que siguieran no tuvieran temor. Estaba ensayando una canción y pensé: ‘No se puede no entonar el Himno’”. Y entonces la artista, que hasta entonces se identificaba más como actriz, cantó, ella sola, a capela. Recuerde el lector ese momento y compruebe que si el miedo es el infierno, el coraje es la alegría.

Sin postura de heroína, Rinaldi cuenta que “hoy tiene un gran valor cantar el Himno en voz alta, pero en ese momento había que tener mucho cuidado. Había personajes que decían qué se podía decir o no decir, cómo se podía cantar o no cantar. No me importó. Mi canto era para el país. Lo entoné porque me parecía que como ningún otro podía expresar lo que sentíamos”. Diez días después de su participación, Rinaldi, obligada por los que la obligaron, abandonó el país. “Yo pensaba como pensaba, nadie me mandó a defender determinadas causas y me tuve que ir”. Se fue, pero siguió cantando el Himno ese que nos recuerda que el grito sagrado es libertad, libertad, libertad.

40 años después de Las 24 horas por Malvinas todavía asombra la participación de casi todos los personajes más relevantes de la cultura, la política, el deporte y el espectáculo de ese momento. Susana Giménez, Mirtha Legrand, Andrea del Boca, Libertad Lamarque y Mariano Mores pero también el doctor René Favaloro, la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat, los jovencísimos jugadores de la Selección Argentina Daniel Pasarella, Osvaldo Ardiles y Diego Maradona fueron algunos de los tantos que dijeron presente.

Algunos trabajadores del canal es el día de hoy que aseguran que fue tanta la plata que se juntó que -en tiempos sin dinero virtual- se llenó una habitación con billetes. Las crónicas de la época aseguran que la cifra en efectivo recaudada fue de 22.874.769.000 pesos, más de un millón y medio de dólares de ese momento. A esa cifra se le suma el valor de los elementos que se entregaron para subastar. Algunos ejemplos, la empresa Orue donó 450 televisores color, Sony entregó 50 videograbadoras y Alba, 10 mil litros de pintura. Voluntarios vendían flores en la puerta del canal y Amalita Fortabat compró por un valor de 500 millones. Susana Giménez dejó delante de las cámaras un reloj pulsera con el que la habían premiado en Venezuela por su publicidad “¡Shock!”. Entre las personas que se acercaban muchas donaban sus alianzas y otras piezas de mucho valor. Se juntaron más de 40 kilos de oro.

Un ejemplo de esa generosidad lo brindó la actriz, Pierina Dealessi. “Pinky la descubrió entre la gente, parecía solo una viejita divina, hermosa y nos enteramos que era esa increíble actriz”, recuerda Liliana Manna, hoy productora de documentales en Radio Nacional y en ese momento periodista en Radio Argentina. “Donó su tapado de piel como habían hecho otras actrices pero además se sacó los aros que llevaba puestos, único recuerdo de su mamá y los entregó. Había casi 70 teléfonos que atendían los llamados de la gente con sus donaciones. Se podía llevar desde una bufanda hasta zapatos, gorros, comida. En las esquinas, grupos de voluntarios ofrecían alcancías para que la gente donara. Lo increíble es que al otro día ningún diario, excepto Crónica, reflejó lo que se vivió en sus portadas”.

“Televisivamente Las 24 horas por Malvina fue un éxito. Con Pinky y Cacho Fontana, que era en ese momento como juntar a Tinelli con Susana, y la presencia de casi todas, no todas, las grandes figuras del espectáculo más la participación activa de una audiencia que creía sinceramente en apoyar a nuestros soldados con donaciones de todo tipo”, evalúa Korol.

El objetivo de ayudar a los soldados parecía cumplido, la transmisión marcó una época. Pero según Cacho Fontana ese programa le costó la carrera: “Fue un dolor muy grande, una desilusión muy muy grande, algo que no es fácil poder comentarlo o poder transferirlo”. Pinky, años después, también aseguró que conducir ese programa le trajo problemas: “Si después de más de 60 años de trayectoria todo lo que tienen que decir de mí es que conduje ese programa, eso significa que me manejé muy bien en todo ese tiempo. Era un momento difícil del país. Lo hice por mi patria, hice un programa durante una guerra pidiendo por una paz con dignidad. Al día siguiente, los milicos me querían colgar en la Plaza de Mayo, estaban indignadísimos”.

Es cierto lo que afirma Pinky. En los videos que circulan por Internet se la ve cuando dice a cámara y con valentía: “Queremos la paz pero la queremos con justicia”.

Si a los conductores les costó la carrera, a los argentinos nos contó la confianza. Nunca se supo con certeza qué pasó con lo recaudado. Lo que se obtuvo en Las 24 horas por Malvinas engrosó lo que se llamó el Fondo Patriótico, una cuenta bancaria administrada por la Secretaría de Hacienda destinada a recaudar fondos para financiar los gastos relacionados con la recuperación de las Malvinas.

Para ese Fondo, durante el tiempo que duró el conflicto los argentinos donaron dinero, joyas y objeto de valor. Muchos famosos colaboraron con eventos solidarios. Mirtha Legrand organizó un desfile con Moria Casán, Anamá Ferreira armó otro con Pata Villanueva en New York City y juntó diez mil dólares que entregó en mano a las esposas de los jerarcas militares, Astor Piazzolla donó un bandoneón y León Gieco, Charly García y Luis Alberto Spinetta juntaron 50 camiones de abrigos y alimentos en el Festival de la Solidaridad, son solo algunos ejemplos.

Sin embargo, nada de eso llegó a los soldados. “Se decidió que los objetos sin valor comercial fueran a la basura. Las cartas, los cuadritos, las bufandas no eran vitales, tendrían prioridad número 100. Despachar un Hércules para llevar esas cositas no valía la pena, no justificaba el costo de la operación”, explicó el vicecomodoro Juan Carlos Rogani en una nota realizada por el periodista Pablo Calvo en 2005. Se calcula que en total el Fondo Patriótico recaudó 54 millones de dólares. Un dato: la ocupación de las islas costó 29 millones de dólares.

Se sabe que los fondos fueron transferidos a cuentas de las Fuerzas Armadas y a la gobernación militar de Malvinas y que tras la derrota el dinero fue destinado a ex combatientes y el pago de indemnizaciones. Los alimentos quedaron varados al costado de la pista de aterrizaje de Comodoro Rivadavia y los abrigos tejidos fueron desechados “porque su colorido llamaría la atención del enemigo”.

“Viví atormentada por años. Me preguntaba: ¿adónde habrá ido a parar esa plata? Pude desahogarme un poco cuando un soldado vino a contarme que lo habían indemnizado con dinero del Fondo Patriótico”, contó Pinky. “No me arrepiento de haber participado en ese programa, aunque eso me haya hecho sufrir por esas pobres criaturas que nos defendieron”. López Foresi es más contundente: “La dictadura fue genocida, los mismos que se robaron pibes, ¿no se iban a quedar con la plata? Era previsible”. El no saber qué sucedió con las donaciones dejó una profunda huella en los argentinos que todavía perdura. Korol saca su conclusión “Todos los que vivimos esos días intensos recordamos haber visto, aunque sea un rato, 24 horas por Malvinas. No había zapping posible, pese a que la memoria, con seguridad, hubiese preferido estar mirando otro canal”.

Y es cierto quizá la memoria hubiera elegido y elige mirar otro canal. Es cierto que desde entonces la solidaridad de los argentinos se mantiene, pero la confianza nos quedó herida para siempre. A 40 años del conflicto, Malvinas sigue siendo una herida abierta. Malvinas nos duele y mucho a los argentinos, pero todos sabemos, y sabemos porque nos conocemos, que si otra vez se necesitan corazones solidarios allí estaremos, Y mientras tanto seguiremos esperando pero también pidiendo y exigiendo que nuestras “hermanitas perdidas vuelvan a casa”.