La última conversación de Natacha Jaitt por WhatsApp

La mediática, en camino a Tigre, conversó con el dueño del salón de fiestas en el que luego moriría ese 23 de febrero de 2019.

Los fiscales que intentan esclarecer la muerte de Natacha Jaitt recibieron este miércoles los informes forenses sobre el iPad de la modelo que murió el 23 de febrero de 2019 tras un encuentro de negocios en el salón de fiestas Xanadú del partido bonaerense de Tigre. Pero no fue lo único que les llegó. También en ese documento, figuran conversaciones de interés extraídas del celular del empresario Gonzalo Rigoni, dueño de lugar donde  murió la mediática.

Las charlas, que ahora salen a la luz, son del momento en el que Jaitt viajaba hacia Xamandú en compañía de su amigo Raúl Velaztiqui Duarte.

Pocos minutos después de las 21, la modelo toma contacto por primera vez con el celular de Rigoni. “Te dejo de hablar así pongo el GPS que me lleva hasta el salón tuyo”, le avisó la mediática que lo iba a ver porque estaba interesada en organizar fiestas. Luego, aclaró en un mensaje pero de audio: “Soy Natacha Jaitt, por las dudas, por ahí te enganchó el Whatsapp y no sabes quién soy”.

Después, le mandó otro audio en el que advertía que las condiciones climáticas la retrasarían: “Qué tal Gonzalo. Estamos con toda la tormenta lidiando, pero estamos yendo para ahí. Tranqui, eh, es un desastre esto. Justo se largó con todo, pero tranquilo, estamos yendo para ahí”.

El empresario le respondió con un texto: “¡Natacha! ¡Qué lindo que vengas! Tranquila. Estamos acá”. “Dale, genial. Estamos nadando en el Titanic ajajajaj Ya nos vemos ahí”, escribió la conductora.

Unos 15 minutos más tarde, vuelve a enviarle un audio: “Gonza, anda preparando ahí algo para picar o paso por un Auto Mac jajaja… Quesito, cosita para picar con un vinito”. “Mirá, vinito hay, champagne también, de comer nada. Si querés lleguen y pido algo”, fue la respuesta, e indagó: “¿En cuánto llegan? ¿Querés que pida sushi”.

“Buenísimo, pero no agridulce, picamos unos sushis livianitos”, le dijo Jaitt. “Me encargo”, respondió en el chat el empresario que retomó la charla pasadas las 21.30 para pedirle “uno o dos ataditos” de cigarrillos, y avisarle que el “el sushi llega a las 22.30″. “Estoy justo por entrar a comprarme para mí”, dijo la mujer que moriría horas más tarde en una cama matrimonial del salón de fiestas.