Hoy se cumplen ocho años de la muerte de Sandro

El gran Roberto Sánchez nos dejó el 4 de enero de 2010.  murió a los 64 años por un “shock séptico” en Mendoza.

Desde el 19 de agosto de 1945 se llamaba Roberto Sánchez pero el destino le dió otro nombre y desde el toque del angel en el año 1960 el era, es y será Sandro, por siempre. El gitano. Sandro de América.

Nacido en Valentín Alsina (Lanús, Buenos Aires) es uno de los fundadores del rock en español. Publicó 52 álbumes originales y vendió 8 millones de copias, aunque hay fuentes que elevan hasta 30 millones. Algunos de sus éxitos son “Dame fuego”, “Rosa, Rosa”, “Quiero llenarme de ti”, “Porque yo te amo”, “Así”, “Ese es mi amigo el puma”, “Tengo”, “Trigal”, “Una muchacha y una guitarra”. Su tema “Rosa, Rosa” vendió sólo en Argentina casi 2 millones de discos, siendo su obra más famosa. Su tema “Tengo” ha sido considerado el Nº 15 entre los 100 mejores temas de la historia del rock argentino, por la cadena MTV y la revista Rolling Stone. Su abuelo paterno pertenecía al pueblo Rom y Sandro recogió esa herencia asumiendo el sobrenombre de Gitano.

La Maternidad Sardá lo vió nacer el 19 de agosto de 1945, un hospital público ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo sus padres vivían en Valentín Alsina (Lanús), en el cordón sur del Gran Buenos Aires, donde vivió su infancia y adolescencia.

Su abuelo paterno era húngaro, de apellido Popadópulos, quien al migrar hacia España lo cambió al de Rivadullas. Al momento de nacer sus padres quisieron ponerle el nombre Sandro, pero no lo permitieron los funcionarios del Registro Civil donde debían registrarlo, pero nada, niguna ley humana iba a impedir que Sandro fuera Sandro.

Su primera «actuación», que lo marcaría por el resto de su vida, fue el día de la independencia, el 9 de julio de 1957, en el acto de su escuela, cuando su maestra de 6º grado lo invitó a realizar su conocida imitación de Elvis, llevándose los aplausos y la ovación del público asistente. Fue entonces que se despertó su vocación por la actuación musical.

A los 13 años abandonó sus recién iniciados estudios secundarios y comenzó a trabajar para ayudar a sus padres, de repartidor de una carnicería, changarín de una droguería y tornero. En sus tiempos libres se dedicó a la música. Junto a Enrique Irigoytía formaron un dúo de voces y guitarras y comenzaron a participar en concursos de canto en los suburbios del sur del Gran Buenos Aires, en los que Roberto hacía un cóver del bolero del trío Los Panchos.

El propio Sandro reflexionaba años después sobre su inicio en la música: “Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente”.

 

El ídolo masivo:

A fines de la década del 60 Sandro empezó a cambiar radicalmente su estilo, abandonando el rock and roll clásico en español, para diseñar un repertorio más popular, siendo uno de los pioneros de la balada romántica latinoamericana, derivada del bolero, que se convertiría en el género pop latino por excelencia en la siguientes décadas. Sandro le aportó temáticas, poses y ritmos extraídos del rock and roll, que la hicieron provocativa y atractiva para los jóvenes y muy especialmente para las mujeres.

Una parte esencial de su estilo fue la adopción de una pose de seducción sexual abierta, que Sandro dirigió hacia las mujeres, expresándolo en sus letras y ritmos, pero sobre todo en su voz y movimientos, obviamente derivado de Elvis Presley, pero que alcanzó una plena identidad personal. Las fanáticas de Sandro (sus «nenas») llegaron a ser tan importantes como él mismo, devolviendo en sus presentaciones un clima de desenfreno y sexualidad, entre las que se volvió un clásico entregarle sus bombachas.