Hoy se cumplen 26 años de la muerte de Miguel Abuelo

Fue una de las figuras más destacadas de nuestro rock. Músico, poeta y líder de Los Abuelos de la Nada, un 26 de marzo de 1988 moría para dejar la tierra y musicalizar las nubes. No te pierdas este pequeño homenaje. 

Nació el 21 de marzo de 1946 en la maternidad del Hospital Tornú de la ciudad de Buenos Aires, y en 1966 conoció a Pipo Lernoud, Mauricio “Moris” Birabent y Pajarito Zaguri en la Pensión Norte, donde ensayaban los Beatniks, una de las bandas fundacionales del rock argentino.

Miguel comenzó a frecuentar La Cueva, un bar-teatro de la calle Pueyrredón, y en 1967 formó «Los Abuelos de la Nada», inspirado en una frase del libro de Leopoldo Marechal, “El Banquete de Severo Arcángelo” que decía: “padre de los piojos, abuelo de la nada”.

La banda estaba conformada por Eduardo “Mayoneso” Fanacoa (teclados), Miky Lara (guitarra rítmica), Alberto “Abuelo” Lara (bajo) y Héctor “Pomo” Lorenzo (batería) y ante la falta de una guitarra líder, Claudio Gabis, futuro guitarrista de Manal, colaboraría con la grabación del primer single: “Diana Divaga”. Sin embargo, el papel de la guitarra sería ocupado, posteriormente para el segundo tema difusión, por nadie más que Norberto Aníbal Napolitano, Pappo.

En 1971 se radicó en Francia. Allí editó varios discos, entre los cuales se destaca “Miguel Abuelo et Nada”. Vivió en Europa hasta 1981, cuando de vuelta en Argentina resucitó a “Los Abuelos…”, aunque con otra formación: Cachorro López, Gustavo Bazterrica, Daniel Melingo, Polo Corbella y Andrés Calamaro. Con esta banda grabó cinco discos, entre 1982 y 1986. Paralelamente, grabó “Buen día, día” (1984), una recopilación de sus últimos trabajos solista.

“Mariposas de madera” fue editado en 1970, pero era un tema que Miguel venía cantando desde hacía mucho tiempo antes. De hecho, Luis Alberto Spinetta, admirador de la poesía de Abuelo, alguna vez dijo: “Si no hubiesen existido mariposas de madera no habría una muchacha ojos de papel”.

“Miguel Abuelo es un faro de poesía y actitud, para todos aquellos barcos (metafóricamente) que prefieran no encallar en las costas de la ‘mediocracia’, es un grifo de poesía nacional y universal, de sentido”, escribió hace algunos años Andrés Calamaro, uno de sus más fervientes admiradores.