River jugando mal empató 1 a 1 con Olimpo en Bahía Blanca

torneo-de-30-equipos-2049540w620El Pity Martínez marcó la igualdad a tres minutos del final; el equipo de Gallardo se mostró confundido y, con un partido menos, quedó a tres puntos del líder San Lorenzo.

Luego de un primer golpe de vista, River disfrutó de un semestre para recordar por un buen tiempo. Si Boca pretendía que el fútbol se acabara cuanto antes, con o sin Copa América, River en cambio habría imaginado un largo camino en el horizonte, sin pausas. Sin embargo, este es un necesario espacio para abarcar un balance, en el que el equipo millonario, luego de un 2014 inolvidable (torneo doméstico, larga serie exitosa contra Boca, Copa Sudamericana), continuó con entusiasmo este primer tramo futbolero, versión 2015. La deslucida función de anoche, contra el débil Olimpo , no modifica la ecuación. Pero fue un sonoro llamado de atención: River, literalmente, no anduvo por esta ventosa ciudad. Una ausencia que quedó demostrada por su imagen, aunque no en el resultado, ya que rescató un empate impensado cerca del final.

El único trago amargo, en estos meses, fue la Supercopa Argentina, que le arrebató Huracán en un momento de inspiración. El resto, aún con matices, aún con sombras, tuvo el tono de la altura millonaria.

Logró, en primera medida, la Recopa Sudamericana, en dos choques exitosos contra San Lorenzo. Más tarde, al borde del precipicio en la primera rueda de la Copa Libertadores, descubrió la continuidad con la mano amiga de Tigres, de México. Lo que siguió en el magnético torneo sudamericano se recuerda aún hoy: la serie con Boca, con todo lo que provocó, la goleada histórica en el Morumbí. Y en el campeonato argentino anda por los aires, con un partido menos, por la suspensión del choque contra Tigre, en Victoria. Lo que no encontró anoche, tal vez, sea un puñal en un par de meses. Aunque el 1-1 le haya quedado un dulce sabor.

Foto: FotoBAIRES 

Su fútbol, que lo recorrió en cuenta gotas en todo ese lapso -con algunos partidos con jerarquía, con varios encuentros de medias bajas-, no surgió en toda su dimensión en esta ciudad. Fue una figura fantasmal de lo que supo ser, de lo que puede ser. Con fervor, con vértigo y con disciplina táctica, Olimpo controló el desarrollo y a su adversario. No tiene demasiado el equipo que dirige Diego Osella, pero lo poco que exhibió fue fruto de un amor propio extraordinario. Fue “su” partido.

Encina, en primer lugar. Mansilla, en el segundo escalón. Por ellos, los volantes con más criterio del elenco local, Olimpo acorraló a River, sobre todo, durante la segunda mitad. En el primer capítulo ya había advertido de su presencia: un remate fortísimo de Blanco chocó contra un poste. Tiempo después, entre los mediocampistas más creativos crearon la apertura. Una asistencia de Encina derivó en un disparo de Mansilla, que aprovechó la sugestiva falta de reflejos de las piezas de la defensa millonaria y del arquero Barovero.

River no reaccionó. Como si ya hubiera entrado de vacaciones, Olimpo capturó el balón y le faltó el respeto. Tanto, que cerca estuvo del segundo tanto, con un remate de Cobo que frenó un palo. Era un partido importante, tal vez no decisivo, porque el cerebro de River sólo tiene espacio para el choque contra Guaraní, por la Copa Libertadores, en las semifinales que vendrán luego de la última página de la Copa América. No estuvo concentrado, no estuvo prendido en el desarrollo, como si precisara, de forma urgente, un tiempo de descanso, para recargar la energía para todo lo que vendrá. Hasta que apareció Pity Martínez: el golazo provocó un shock inesperado. River tiene un aura especial, quedó a tres puntos de San Lorenzo, con un partido menos. Y no pierde ni cuando lo merece.