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viernes 29 marzo 2024

El clima está desbocado y el campo sufre

El CampoEl clima está desbocado y el campo sufre

En la zona núcleo, el exceso de lluvias compromete los rendimientos, mientras que en el norte de La Pampa la falta de agua destruyó la cosecha gruesa

Un clima extremadamente turbulento e irregular como pocas veces se ha visto condiciona la actual campaña agrícola. Tanto es así que conviven a no más de 200 kilómetros regiones como el norte bonaerense sobrepasada de lluvias de hasta 500 milímetros acumulados en lo que va de febrero con zonas del oeste de esta provincia y de La Pampa en donde no hay precipitaciones desde diciembre.

Inundaciones y sequía. Por un lado el exceso de humedad afecta porque hay tierras anegadas, rendimientos y calidad de granos amenazados y caminos intransitables que impiden el ingreso en los campos. Las pérdidas de superficie en los cultivos de soja y maíz en la zona núcleo es del 3 y 5 por ciento, respectivamente, y sendas mermas potenciales en los rendimientos por enfermedades son del 30 y del 40 por ciento. En el otro extremo, la falta de agua, directamente arrasa los campos (ver aparte).

¿Cómo se explica este clima caprichoso? «La diferencia obedece a la instalación de los sistemas nubosos sobre el norte de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. El origen de las importantes lluvias fue el continuo flujo de viento norte que ingresó mucha humedad en distintos niveles atmosféricos y la acción de una dinámica cuasiestacionaria en dichas zonas. Hacia el centro y sur bonaerense no hubo actividad de los dos mecanismos antes mencionados», explicó a LA NACION José Luis Aiello, director de la Consultora de Climatología Aplicada (CCA).

En tanto, según el informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), los registros acumulados en los primeros doce días del mes son «impresionantes»: Ramallo, 497,4 milímetros; Pergamino, 400; Bigand, 355, y los alrededores de Rosario fluctúan entre 170 y 270 milímetros. Estas localidades delimitan la zona con los mayores problemas de excesos hídricos que tendrían pérdidas de superficie en los cultivos de soja y maíz entre 3 y 5 por ciento.

«El clima es muy cambiante, estamos en un año definido como neutro, no es Niño, porque no hay influencia del océano Pacífico. Es un fenómeno muy extraño.» Otros años en esta época estamos pidiendo agua», dijo el ingeniero Cristian Russo, jefe del equipo de investigadores del GEA.

En la institución señalan, además, que en todo el corredor que va desde el centro-este de Córdoba y se extiende por el nordeste bonaerense, centro y sur de Santa Fe y termina por toda la provincia de Entre Ríos se estiman pérdidas entre 1 y 5% de la superficie sembrada de soja.

Según el informe, las aplicaciones de fungicidas e insecticidas que comenzaron la semana pasada, debieron suspenderse por el mal tiempo y algunos productores optan por realizarla en forma aérea lo cual implica más costos. Este escenario es preocupante ya que es un momento (R4-R5) en que la soja amerita controles para mantener su potencial de rinde.

«Hasta el momento la lluvia provoca problemas en los caminos, están inundados y no podemos entrar para monitorear el estado de los cultivos», agregó Russo.

No obstante, el informe del GEA señala que si se logra controlar los problemas de enfermedades estas lluvias también pueden impactar positivamente en la producción de la oleaginosa y en maíces tardíos.

Respecto del futuro, el ingeniero Eduardo Sierra, especialista en climatología, señaló que la campaña agrícola 2013

2014 «continuará siendo afectada por una marcha agroclimática extremadamente irregular que presentará una sucesión de riesgos». Y enumeró estas variables:

Precipitaciones en forma de tormentas severas, con granizo, vientos y aguaceros torrenciales, que se alternarán con franjas de escasa actividad meteorológica.

Fuertes oscilaciones térmicas, con calores extremos y marcados descensos de temperatura.

Anegamientos en zonas bajas, desbordes de arroyos y crecidas de ríos.

Heladas tempranas en marzo.

Según Sierra es muy posible que se produzca una merma en la producción de soja. «Por ahora la Bolsa de Cereales de Buenos Aires da una estimación de 53 millones de toneladas, pero es muy probable que ese valor no se alcance», señaló.

Por su parte José Luis Aiello dijo que en los próximos meses habrá «condiciones normales de lluvias pero con alta volatilidad en el período marzo-mayo».

En cuanto a las consecuencias de estos excesos de humedad, Marcelo Carmona, profesor titular de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), dijo que éste es un año en el que hay que pensar en una reducción de rendimientos. «El escenario es de alto riego como hace muchos años no ha ocurrido. En este momento es muy alto el grado de afectación en los cultivos en soja. Puede llegar a provocar hasta un 30% de pérdida en rendimiento por las enfermedades de fin de ciclo (EFC, la mancha ojo de rana y pudrición de raíz y tallo) . En maíz podría llegar a entre el 30 y el 40% por efecto del Tizón. Pero además esto afecta la calidad de la semilla», señaló el profesional.

Para Carmona llegó el momento de monitorear y de aplicar fungicidas, como se informa por separado.

Testimonios de especialistas 

Según Julio Lieutier, asesor CREA, en el norte bonaerense en las últimas semanas han llovido casi 500 milímetros en Pergamino cuando los parámetros normales para esta época son 100 milímetros. Aclaró que las tormentas de principios de mes estuvieron localizadas en la costa del río Paraná, en San Pedro y Ramallo. En cambio, en Junín, Chacabuco y Chivilcoy llovió menos.

Explicó que «en las zonas donde el agua se estanca se empiezan a ver algunos efectos sobre los cultivos como el amarillamiento en sojas de primera y la muerte de plantas por falta de oxígeno. En las zonas donde hay escurrimiento la soja y el maíz están muy bien». Por último, Lieutier dijo que «si las lluvias persisten puede haber problemas de cara a la cosecha».

En tanto, Alejandro Sandstede, del CREA Pergamino, dijo que en Salto y Arrecifes hubo temporales de lluvia y viento de unos 300 milímetros en los últimos 20 días. «La situación se tornó bastante compleja para aquellos lotes cercanos al arroyo Pergamino y algunos campos sufrieron inundaciones», señaló.

Agregó que «el maíz de segunda y la soja de fecha tardía están en buen estado, pero le hacen falta sol y calor y, en los próximos días, no está previsto que eso ocurra». Y concluyó: «Los campos más planos de la zona están complicados»

Una situación irregular

Cristian Russo-Responsable del GEA

«El clima es muy cambiante. Es un fenómeno muy extraño. Otros años, para esta época, estábamos pidiendo agua»

Marcelo Carmona-Fitopatólogo de la Fauba

«El escenario es de alto riesgo como hace muchos años no ha ocurrido. Llegó el momento de monitorear y de aplicar fungicidas».

Julio Lieutier-Asesor Crea

«En el norte bonaerense han llovido casi 500 milímetros. Estamos superando ampliamente los parámetros normales»

Ariel Toselli-Productor y dirigente de Faa

«Atravesamos una gran sequía en el norte y oeste de la provincia (La Pampa). Se perdió el 85% de la cosecha gruesa».

Fuente: LA Nación

Conclusión

¿Ante tanta incertidumbre, cual es el mapa de ruta?

No queda otra, que intentar diversificar el sistema productivo, y hacerlo lo menos independiente posible del vaivén climático. En general se está constatando, que zonas que históricamente fueron ganaderas, y en la última década  están siendo utilizadas como agrícolas,  son las que han acusado muy fuerte el impacto, y sufren debido a los ciclos sequía-exceso hídrico, más que antes. Una explicación tentativa es que la actividad pecuaria, tiene mayor inercia en si misma, en cambio la agricultura, siente con mayor fuerza los extremos del clima. Las pasturas, por ser de carácter perenne, tienen la posibilidad de recuperarse desde el punto de vista productivo, en mayor forma en que lo puede hacer, un cultivo anual. Para éstos, no hay demasiado margen, y cualquier infortunio climático se paga con la «no cosecha». En ese sentido, la ganadería se presenta con mayores ventajas y plasticidad respecto de la actividad netamente agrícola. Obviamente en casos extremos ambos sistemas se resienten de manera preocupante y a veces irreversible, como lo son las inundaciones prolongadas. En el caso de la sequía, si bien el daño es severo, el campo se recupera con mayor facilidad, al menos desde el punto de vista productivo. Los daños económicos, siempre suelen ser peores que los de índole biológica.

¿Habrá que redefinir el mapa productivo?

Responder ésta pregunta hoy día es muy difícil, porque a la incertidumbre climática, se suma la falta de políticas y reglas claras que puedan acompañar a los productores y lograr reducir al mínimo las no pocas fuentes de variación que la actividad agropecuaria tiene por su naturaleza intrínseca, y por la sumatoria de volatilidad que genera el marco político y económico que la envuelve. Mientras tanto, no hay que escatimar esfuerzos en seguir disminuyendo las ineficiencias, y no hay que dejar de lado que los seguros agrícolas, ya tienen que formar parte de un insumo obligatorio dentro del esquema productivo.

 

 

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